¿Te ha pasado que cuando tienes muchas horas para completar pocas tareas, terminas desperdiciando tiempo? ¿Te ha pasado que cuando estás más apurado resultas completando más tareas de las que tenías planeado? 

No eres el único, y la ciencia puede explicar lo que te ocurre. La Ley de Parkinson, formulada por el historiador británico Cyril Northcote Parkinson en 1955, establece que “el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para su realización”. Esta ley puede tener implicaciones significativas en tu productividad diaria, especialmente si trabajas de manera remota.

Comprender cómo funciona la Ley de Parkinson puede ayudarte a gestionar mejor tu tiempo y ser más eficiente. En este artículo, exploraremos cómo puedes utilizar este principio a tu favor para mejorar tu productividad en el trabajo. Desde ajustar tus plazos hasta aprovechar la inercia de la actividad, te ofrecemos estrategias prácticas para que logres tus objetivos con mayor efectividad.

Cuando menos tiempo tienes, más productivo eres

Es curioso notar que cuando estamos contra el reloj, nuestra eficiencia aumenta considerablemente. 

Esto se debe a que el cerebro entra en un modo de concentración máxima, eliminando distracciones y enfocándose exclusivamente en la tarea a realizar. En estos momentos de alta presión, nuestra mente prioriza mejor las actividades, identificando y eliminando aquellas que no son cruciales.

Este fenómeno puede ser aprovechado para mejorar tu productividad diaria. Por ejemplo, puedes dividir tu jornada laboral en bloques de tiempo más cortos y específicos para cada tarea. 

Al establecer plazos más ajustados para tus actividades, obligas a tu cerebro a entrar en ese estado de concentración intensa, aumentando tu eficiencia y efectividad. Además, este enfoque puede ayudarte a evitar la procrastinación, ya que el sentido de urgencia reduce la tentación de posponer las tareas.

Cuando más tiempo tienes, menos productivo eres

En contraste, cuando tenemos demasiado tiempo para completar una tarea, tendemos a relajarnos y a posponer el trabajo. 

Esto no solo lleva a una baja productividad, sino que también puede aumentar el estrés a medida que se acerca la fecha límite y nos damos cuenta de que hemos desperdiciado tiempo valioso. Esta dilación puede resultar en un trabajo de menor calidad, ya que la prisa de última hora no siempre permite el mismo nivel de atención al detalle.

Para contrarrestar esta tendencia, es útil establecer plazos autoimpuestos más cortos y realistas. Divide tus proyectos en tareas más pequeñas con fechas límite específicas. 

Esta técnica, conocida como “microgestión del tiempo”, te obliga a mantener un ritmo constante de trabajo, asegurando que cada parte del proyecto reciba la atención adecuada sin dejar todo para el último momento. 

Al hacerlo, no solo mejorarás tu productividad, sino que también reducirás el estrés y mejorarás la calidad de tu trabajo.

La Ley de Parkinson y la productividad

La Ley de Parkinson sugiere que la clave para ser más productivo no es necesariamente trabajar más horas, sino trabajar de manera más inteligente. Al acortar los plazos para tus tareas, puedes obligar a tu cerebro a enfocarse y a eliminar las distracciones. 

Esta técnica puede ser especialmente útil en el contexto del trabajo remoto, donde la gestión del tiempo puede ser más desafiante debido a la falta de estructura tradicional de una oficina.

La Ley de Parkinson fue formulada por el historiador y escritor británico Cyril Northcote Parkinson en 1955. Parkinson observó, a través de su experiencia en la administración pública británica, que el trabajo tiende a expandirse para llenar el tiempo disponible para su realización. 

Publicó sus observaciones en un artículo humorístico en la revista The Economist, donde explicó cómo la burocracia y las tareas administrativas se multiplican sin necesariamente aumentar la eficiencia. Su idea se convirtió rápidamente en un principio ampliamente reconocido en la gestión del tiempo y la productividad.

Implementar esta ley en tu rutina diaria puede implicar la creación de un calendario más estricto y el uso de herramientas de gestión del tiempo como temporizadores y aplicaciones de productividad. Estas herramientas pueden ayudarte a mantenerte en el buen camino y asegurarte de que cada tarea se complete dentro de un marco de tiempo específico. 

Además, la revisión regular de tus plazos y la adaptación de tus estrategias según sea necesario puede garantizar que sigas siendo eficiente y productivo.

Usa la inercia de la actividad a tu favor

Una vez que hayas comenzado a trabajar en una tarea, es más fácil mantener el impulso y seguir adelante. Este fenómeno, conocido como inercia de la actividad, puede ser un poderoso aliado en tu búsqueda de la productividad. Cuando comienzas a trabajar, incluso en una tarea pequeña, tu cerebro se pone en marcha y es más probable que continúes con otras tareas una vez que hayas terminado la primera.

Para aprovechar esta inercia, es útil comenzar el día con una tarea pequeña y manejable. Esto no solo te da una sensación de logro temprano, sino que también pone en marcha tu cerebro para continuar trabajando. 

Además, agrupar tareas similares puede ayudarte a mantener el impulso, ya que no tienes que cambiar de mentalidad entre diferentes tipos de actividades. Al mantener este ritmo constante, puedes mejorar tu productividad general y asegurarte de que aprovechas al máximo tu tiempo de trabajo.

En conclusión, la Ley de Parkinson ofrece una valiosa perspectiva sobre cómo gestionar mejor tu tiempo y aumentar tu productividad. 

Al establecer plazos más ajustados, dividir tareas en partes más pequeñas y aprovechar la inercia de la actividad, puedes transformar tu enfoque hacia el trabajo y lograr más en menos tiempo. ¡Pon en práctica estos principios y observa cómo tu eficiencia mejora significativamente!

 

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